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La Cumbrecita Cordoba

 


No es Alemania: ubicada en la provincia de Córdoba, La Cumbrecita encanta con su estilo bávaro y sus deslumbrantes paisajes naturales.

Situado en las sierras de Córdoba, Argentina, La Cumbrecita emerge como un refugio ideal para quienes desean alejarse del ajetreo de la vida diaria. Este encantador pueblo alpino, con su arquitectura de estilo bávaro y sus calles adoquinadas, brinda una experiencia singular que transporta a los visitantes a un rincón europeo en plena tierra argentina.

La esencia de La Cumbrecita se encuentra en su ambiente sereno y en sus paisajes cautivadores. Rodeado por majestuosas montañas y densos bosques, este pueblo se presenta como un destino idóneo para disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión.

Sus múltiples senderos para caminar invitan a descubrir los alrededores, revelando cascadas escondidas y miradores que dejan sin aliento. Además de su belleza natural, La Cumbrecita cuenta con una variada oferta gastronómica que satisface a los paladares más exigentes.

Con una amplia gama de actividades, desde cabalgatas hasta la pesca en arroyos de aguas cristalinas, este pueblo es un destino versátil para quienes buscan una escapada breve pero inolvidable.

A medida que se difunde la fama de este paraíso escondido, La Cumbrecita se posiciona como una joya turística en ascenso en Córdoba. Su encanto perdurable y su capacidad para ofrecer una experiencia única convierten a este lugar en el destino ideal para quienes buscan una combinación perfecta de lo pintoresco, lo cultural y lo natural.

La historia de La Cumbrecita

En 1934, el Dr. Helmut Cabjolsky, un berlinés que llegó a Argentina a los 40 años, adquirió un terreno de 500 hectáreas en las sierras grandes de Córdoba, conocido como La Cumbrecita. Este remoto y desolado paraje, sin caminos ni árboles, solo era accesible tras una ardua travesía desde Alta Gracia.

Los primeros pasos hacia su transformación fueron liderados por los cuñados de Helmut, Federico y Enrique Behrend, quienes trazaron el camino de acceso, iniciaron la forestación y construyeron la primera casa de adobe en 1935. Con el tiempo, esta residencia veraniega se convirtió en una pequeña hostería, atrayendo a amigos de la familia que terminaron estableciéndose allí, dando origen a los primeros habitantes del pueblo.

A medida que La Cumbrecita crecía, surgió la idea de convertirla en una villa turística con estilo alpino. Helmut Cabjolsky, hijo mayor de la familia, se encargó de organizar el loteo, trazar las calles, construir las primeras edificaciones para los interesados y asegurar la provisión de agua. Bajo su dirección, el pueblo comenzó a desarrollarse, manteniendo un equilibrio entre sus raíces criollas y europeas y el entorno natural que lo rodea. Así, La Cumbrecita se transformó en un destino turístico, reconocido por su belleza y su arquitectura alpina, resultado del trabajo y la visión de sus fundadores.

Fuente MDZOL