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Norte



Norte Argentino
Desde los Valles Calchaquíes hasta la Quebrada de Humahuaca, los paisajes de Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumán quedan grabados en la memoria para siempre.
Creencias tradicionales
Un sincretismo religioso muy particular y la fe de los pobladores, hacen de Jujuy un lugar de gran y variada espiritualidad.
Pasado el mes de julio con sus vacaciones y el ir y venir de turistas por destinos caminos de Jujuy, silenciosamente, el poblador de estas tierras comienza a transitar una etapa bastante particular en lo que hace a sus costumbres y creencias, que siglos de evangelizacíon y corrientes globalizadores aún no pudieron dominar. Llega el tiempo de la Pachamama. A pesar de mantenerse viva y cada vez con mayor fuerza esta celebración, un sincretismo único impulsa a los lugareños a celebrar la Asunción de la Virgen y a prometerse a la Señora durante el Toreo de la Vincha en el pueblo de Casabindo, a 271 kilómetros de la ciudad capital, en plena Puna. Pero agosto también guarda en su almanaque un momento muy significativo para la Historia de esta provincia, donde el Pueblo y uno de los máximos Héroes argentinos dieron muestra de un amor inmensurable a la Patria naciente del Siglo XIX.
La celebración a la Pachamama es la más popular de las creencias del mundo andino. La evangelización no logró extirpar su presencia en la vida espiritual de las comunidades indígenas, y tampoco pudo con las manifestaciones campesinas con las que se venera. En Jujuy, aunque los pobladores en general profesan la fe católica, particularmente los quebradeños y puneños continúan venerando a la Pachamama, como siglos atrás lo hacían sus mayores, con ceremonias en su honor cuando comienza la siembra y la cosecha, en las marcadas y señaladas de la hacienda. Aunque durante todo agosto se observa el respeto a la Madre Tierra, es el primer día del mes seco del año en el que el ritual se cumple en todo ámbito, a rajatabla.

El brillo de las perlas Calchaquíes
Los Valles Calchaquíes se pueden recorrer desde las capitales de Tucumán o de Salta. Siempre serán una experiencia inolvidable.
El dilema es éste: si empezar a recorrer la ruta calchaquí desde abajo (territorio tucumano) o desde arriba ( en suelo de Salta). Pero a no desesperar, porque en ambos casos, en este circuito paralelo a la cordillera siempre asombra. Desde Salta, una de las primeras postales es la Quebrada de Escoipe, valle agrícola con cerros multicolores. La Cuesta del Obispo obliga a ascender por el camino de curvas y cornisas hasta los 3.348 metros , el punto más alto, donde la Piedra del Molino tienta a detenerse para sacar una foto del valle. Después aparecen los primeros cardones del Parque Nacional que lleva su nombre



La primera población es Cachi, con sus viejas casonas alineadas sobre calles angostas, su iglesia parroquial del siglo XVIII y el Museo Arqueológico Pablo Pío Díaz. Cachi adentro, abundan los arroyos torrentosos y perduran restos civilizaciones precolombinas. Molinos es el punto siguiente fundada a mediados del siglo XVII, con su irregular trazado adornado por casas de adobe y tejados de tierra . Se destaca la iglesia San Pedro Nolasco, construida en 1639, donde reposan los restos momificados del último gobernador realista.
El punto final en territorio salteño es Cafayate, cuyas famosas bodegas ofrecen visitas guiadas a los turistas . Y ya en Tucumán, se llega a las ruinas de Quilmes, uno de los más importantes asentamientos prehispánicos de los Calchaquíes, que estuvieron allí desde 800d.C.
Amaicha del Valle es el siguiente punto de atracción, para visitar la plaza y sus alrededores, y conocer algo más sobre la fiesta de la Pachamama, que en la actualidad coincide con los festejos del Carnaval. Y más allá aparece Tafí del Valle . De forma oval, el valle se enquentra encerrado entre el cerro Muñoz y las cumbres del Mala Mala, y dividido por el río Tafí. En su centro está el embalse La Angosturo, en cuya margen sur halla la localidad de El Mollar, con la Reserva Arqueológica de los Menhires.

Por algo le dicen la linda
La capital salteña conserva el estilo colonial y el espíritu de las peñas. Pero crece en ofertas novedosas: museos y hasta una calle gourmet.
En Salta lo antiguo no es sinónimo de viejo. La capital tiene un gusto colonial pero sumamente cuidado , ya que se han recuperado una gran cantidad de fachadas. En una sus esquinas de la plaza central se encuentra la Catedral, que comenzó a construirse en 1855 y guarda los restos del general Miguel de Güemes, héroe provincial y prócer de la independencia argentina. También está el Cabildo, cuyo frente es asimétrico y es el más grande del país; ahí funciona en dos pisos el magnífico Museo Histórico del Norte. Entre un edificio y otro, abrió hace un año el Museo Arqueológico de Alta Montaña una joya de la museología más moderna que atesora una joya de la prehistoria del país: los Niños de Llullaillaco, momias incas encontradas en la cima de la montaña homónima, a casi 7 mil metros, en 1999. Otro conjunto arquitectónico llamativo está a dos cuadras: es el que forman la iglesia y el convento de San Francisco, construido en el siglo XVIII, aunque la fachada y el campanil datan de la segunda mitad del XIX.
Un paseo imborrable es la visita al cerro San Bernardo a bordo del teleférico, que permite tener una vista panorámica de toda la ciudad. Aunque hay algunos intrépidos se animan a subirlo al trote.
A esto se suman, a minutos del centro, los increíbles tesoros naturales de la Villa San Lorenzo, Vaqueros o La Caldera, ideales para cabalgatas, trekking y deportes alternativos.
Para disfrutar la noche en Salta hay que pasar por la calle Balcarce y visitar sus pubs, bares, casinos y discotecas. También se destacan las famosas peñas , con empanadas, tamales, vinos y todo al compás del folclore. Para quien se anime a bailar.

El jardín de las delicias
Además de atesorar un momento clave de la historia argentina, Tucumán invita en plena ciudad al contacto con la naturaleza.
Buena parte de la pequeña  Tucumán está cubierta por densas selvas, que se mezclan con cañaverales y plantaciones de cítricos para ofrecer un paisaje de mil tonos de verde. Este mismo ambiente fue, en 1816, testigo de la declaración de la Independencia nacional. Hoy, su propuesta turística sabe combinar armónicamente todos estos atractivos.
Además del encanto de sus calles y sus grandes espacios verdes, San Miguel de Tucumán guarda buena parte de la historia nacional. La ciudad, de 650 mil habitantes, fue siempre la urbe más importante del Norte argentino, impulsada por la caña de azúcar y los cítricos. El centro es la Plaza Idependencia, con árboles frondosos que rodean a la estatua de "La Libertad", de Lola Mora. Alrededor de la plaza se destacan la Catedral, de estilo neoclásico e inaugurada en 1856; la majestuosa Casa de Gobierno (donde descansan los restos de Alberdi); y la iglesia y convento de San Francisco, que se levanta en un predio que fue de los jesuitas. A una cuadra se levanta la Casa Histórica, donde se declaró la Independencia  en 1816. Y, algo más alejado, el Parque 9 de Julio-diseñado por Carlos Thays el paisajista francés en 1916- tiene 190 hectáreas cubiertas de vegetación, con esculturas clásicas y románticas.



 La ciudad más antigua
Además de las aguas termales de Río Hondo, Santiago del Estero cuenta con la ciudad más antigua del país.

Santiago del Estero es la ciudad más antigua de la Argentina. Tiene más de 450 años y conserva varios tesoros que dan testimonio de esta riquísima historia. El río Dulce todavía desfila con euforia por su vera, y las antiguas casonas y sus templos recoletos exhiben con orgullo los legados de la historia provincial y nacional.
El espíritu del folklore le ha garantizado vida a pesar de su controvertida historia. Y el rescate de las tradiciones populares se manifiesta a cada paso en la alegría del canto, la danza, la música, las artesanías y las tradiciones populares, que tienen hoy la misma vigencia de antaño gracias al entusiasmo de las jóvenes generaciones. El punto central de la ciudad de Santiago del Estero es la plaza Libertad, de floridos canteros. Está presidida por una estatua del general Manuel Belgrano, testimonio de la importancia que le otorga la historia nacional y sus campañas en el norte argentino. Asimismo, la Catedral Basílica hoy es Monumento Histórico Nacional.



Fe, tradición y belleza
Catamarca ofrece bellos paisajes con innumerables testimonios del paso del hombre. Historia y tradición en una provincia única.
El panorama resulta cautivante:serranías interminables que corren, paralelas, entre los valles, que conservan innumerables testimonios del paso de los hombres...Historia, tradición, gente de espíritus templados por un ambiente que termina atrapando hasta la médula al viajero, que no puede evitar detenerse ante cada iglesia centenaria o en cada curva de las cornisas que plantean las sendas de las Sierras Pampeanas. De pronto, el objetivo estará cumplido; ver, tocar, sentir, respirar, disfrutar...
Todo esto es Catamarca.
La Capital
Es habitual que el visitante que llega a Catamarca lo haga desde el Sur y por la ruta nacional 60, que servirá de eje a los caminos que parten hacia el Norte. Uno de ellos es la ruta provincial 33, que corre al pie de las sierras de Ancasti y desemboca en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, la capital, es el propio punto de partida.
Situada en el valle de Catamarca, al pie de la sierra de Ambato y a orillas del río del Valle, fue fundada tardíamente, en 1667. La Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle es un testimonio fiel de la devoción de los catamarqueños  por la Virgen del Valle  de Catamarca. También resulta imperdible una visita a la iglesia de San Francisco, inaugurada en 1905, en cuyo atrio se yergue la estatua de fray Mamerto Esquiú, impulsor de la Constitución de 1853.
Un paseo corto llevará al viajero hasta la capillas del valle (entre las que se destacan las de San Isidro y Villa Dolores), mientras que la ruta 4, que atraviesa la quebrada del Tala, conducirá primero al Pueblo Perdido de la Quebrada, un yacimiento arqueológico de la cultura de la Aguada que está en proceso de recuperación.