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Malargüe, un increíble paisaje de cuevas, volcanes y cascadas

Es el lugar ideal para recorrer formaciones naturales de roca y descubrir misteriosas cavernas que ocultan lagunas y ríos subterráneos, estalactitas y estalagmitas. Además, excursiones a la región de La Payunia y el sabor del chivito.   

De día, el impactante cielo del sur de Mendoza se viste de un celeste intenso; de noche parece ser más profundo que el de cualquier otro lugar del mundo e invita a detenerse para buscar constelaciones en un tiempo infinito. Este magnífico firmamento, que acompaña durante todo el recorrido, es uno de los más limpios del planeta y el elemento unificador de cada una de las visitas a los volcanes, montañas y sierras malargüinas.

A 350 kilómetros al sur de Mendoza capital y a 190 kilómetros del aeropuerto de San Rafael -el lugar más cercano para despegar y aterrizar-, Malargüe seduce con una larga cadena de atractivos turísticos poco habituales, como la visita al interior de un volcán, una caverna con oscuridad absoluta recubierta de estalactitas y estalagmitas, bardas repletas de restos fósiles y lagunas encantadas.

La “Capital del turismo aventura”, como también es conocida esta localidad, es ideal para recorrer tanto en familia como con amigos durante al menos tres días completos, aunque es recomendable extender la estadía a cinco o seis jornadas para disfrutarlo en calma y conocerlo al detalle. En Malargüe, el turista suele recibir un trato ejemplar.

Caverna misteriosa
El primer día comienza con un recorrido por la Caverna de las Brujas, el paseo más conocido de Malargüe. Luego de subir unos 200 metros y atravesar la puerta de ingreso se llega a la Galería de la Virgen, donde se abre una realidad nueva y desconocida: las entrañas de la montaña.

Los ojos intentan habituarse al único y pequeño rayo de luz que ingresa a través de una angosta grieta, mientras Estela Chilaca, una guía muy reconocida de esta zona, relata mitos e historias que sucedieron en el interior de esta extraña formación natural.

Lentamente se empieza a distinguir parte de su campera y el pantalón. Unos minutos más tarde se ve el interior de la caverna. Entonces se encienden las linternas de los cascos y continúa el recorrido por las siguientes cámaras, donde, si no fuera por la tenue iluminación irradiada desde la cabeza, la oscuridad sería absoluta.

Una vez que se logra atravesar la estrecha gatera –donde, efectivamente, es necesario gatear- se accede a otra galería y el entorno resulta mágico: estalactitas y estalagmitas formadas por la filtración del agua durante millones de años se intercalan con cortinas de roca y piedras traslúcidas, blanquecinas y amarillentas.

Cada una de las cuatro salas que se visitan es diferente, algunas más amplias, otras estrechas, con caminos zigzagueantes, ascendentes o descendentes, y tramos donde es fundamental aferrarse a sogas para no resbalarse. Cada paso permite observar las maravillas de estas paredes del centro de la tierra, formadas por piedra caliza durante el período Jurásico.

Aquí pueden hacerse dos caminatas: una más larga para ver dos cascadas, que dura una hora y media, o la que permite apreciar una sola caída de agua, que se recorre en 40 minutos. Las bardas de 40 metros de altura convierten Manqui Malal en uno de los sitios más buscados por fanáticos de las escaladas y el rappel.

En invierno, cuando las intensas nevadas tiñen de blanco el paisaje, surge la imperdible posibilidad de hacer trekking sobre la nieve. Hay un restaurante de comida casera y un amplio camping arbolado con instalaciones.

Oscurece al regresar a la ciudad, cuando llega el momento de cenar. En Malargüe es recomendable dedicarle tiempo a la comida, ya que su gastronomía es de calidad y cuenta con diversos productos típicos que hay que asegurarse de probar, como el chivito, la insoslayable insignia malargüina. La trucha, los frutos rojos, el ajo -Mendoza es el segundo productor mundial de esta planta-, la miel y la papa semilla se destacan también en su variada cultura gastronómica.

Son numerosas las opciones para degustar los platos típicos. Una de ellas es el restaurante La Faustina, abierto hace pocos meses, con cocina a la vista y una carta en la que se destacan las pastas, las carnes y la muy sabrosa trucha malargüina en salsa de roquefort. Como casi todos los restaurantes de la provincia, cuenta con exquisitos vinos y cerveza tirada.

Otra alternativa es La Cima, en la entrada a Malargüe, destacado por su parrilla y el infaltable chivito. En el centro se encuentra Vairoletto, con una amplia carta, en la que resaltan carnes, sándwiches y pizzas.

Fuente: Clarin