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En Bariloche, la cerveza artesanal está de moda

La ciudad rionegrina ofrece un recorrido por fábricas y bares temáticos, en los que se multiplican las variedades y las posibilidades de degustar una "pinta".

Llegar, elegir una birra y disfrutar. La mecánica es, a la vez, simple y romántica: la cerveza artesanal pasa de los barriles a las canillas, mientras el barman deleita con detalles sobre su amargor, aroma, color, alcohol y espuma. Una mística que tiende puentes entre el pasado y el presente, revitalizada por una creciente cultura de la cerveza artesanal. Y en esa movida, Bariloche, tierra de pioneros cerveceros en Río Negro, es uno de los principales protagonistas.

La primera pinta de una improvisada ruta cervecera puede disfrutarse en Blest, que, con casi 29 años de existencia, es la primera cervecería artesanal de Bariloche. Durante 17 años, el brewpub de Blest, en el km 11 de la avenida Bustillo (el primero de su tipo en la Argentina) fue un clásico obligado de turistas y locales. La sala de cocción y sus tanques de cobre estaban a la vista del público, que también se deleitaba con la bebida y la buena gastronomía.

Aunque ese local cerró (si usted está entre las miles de personas que firmaron posavasos y lo clavó en las columnas de la cervecería, no desespere: ese invaluable material fue debidamente preservado), Blest espera a los entusiastas de la cerveza artesanal en su local del km 4 de Bustillo y en el nuevo tap room del km 13. Además, a fines de octubre de este año, la cervecería inauguró su primer club cervecero fuera de Bariloche, en Palermo. “La idea es tener entre 10 y 12 estilos fijos en nuestros locales y sumar uno o dos cada temporada, como hicimos en invierno con la Azteca Chocolate Porter (ganó la Medalla de Oro en la Copa Argentina de Cervezas 2017). Para este verano preparamos una APA (American Pale Ale) ligera y alguna lupulada”, cuenta Ignacio Mochnacz, brewmaster de Blest.

Piezas de colección Hace un año y medio, Mochnacz tomó la posta de Julio Migoya, el ingeniero que creó Blest en 1989. Quienes visiten la fábrica de la empresa en Bariloche (Alaniz 230) podrán ver en funcionamiento el viejo tostador de malta que diseñó Migoya y la olla de cocción de cobre que delineó en aquellos primeros años y que estuvo en el primer brewpub del km 11.

A fines de la década de 1980, prácticamente nadie producía cerveza artesanal en el país y solo se conseguía malta base (agua, malta, lúpulo y levadura son los cuatro elementos esenciales para hacer birra). En 1992, Migoya logró que un amigo de Estados Unidos le enviara una levadura líquida: esa cepa madre, conservada en la Universidad Nacional del Comahue, es la que continúan usando actualmente para hacer las cervezas en Blest. Desde aquel primer estilo que fue Pilsen, pasando por la primera cerveza Bock de barril de Bariloche, Blest ofrece hoy 10 estilos distintos: Pilsen, Bock, Scotch, Stout, frambuesa, Barley Wine, Amber Hop, Honey, IPA y Black IPA. A esos se suma la sidra artesanal de barril.

Una segunda pinta del circuito puede encontrarnos en Manush, un lugar que guarda otra de las historias de maestros cerveceros pioneros en Bariloche y que involucra a otro ingeniero, Martín García, su creador. Quienes visiten el gastropub del centro de la ciudad (Neumeyer 20) o el de avenida Bustillo 3.800, pueden cruzarse con el alma mater de Manush, que disfruta recordando aquellas primera épocas de experimentos en el garaje de sus padres, con cuatro barriles de acero inoxidable comprados en una casa de chatarra. El primer cocinador era de 40 litros y de allí salió una pale ale tan buena que apenas cambió desde los inicios, en 2005. La cerveza Manush, que por entonces solo se conseguía en el refugio Berghof del cerro Otto, no tardó en volverse popular.

A Martín lo acompañan su hermano bartender Guillermo y su hermana Leticia, responsable de los deliciosos postres de Manush. Ella trabaja con Takeru Adachi, un chef japonés con experiencia en Italia e Inglaterra que desde 2011 encabeza la cocina de la cervecería. Charlar con Take es otro de los placeres barilochenses. Black IPA, Honey, Milk Stout, Indian Pale Ale, Pale Ale, Spalter, Irish Cream Ale, Victoria Red Lager, Extra Stout, Kölsch, Barley Wine, Summer Ale, Cacao IPA, Pilsner, Wheat Ale, Brown Porter, Belgian Strong Ale, Draught Stout y Milk Stout Chocolate están entre los estilos que se pueden degustar en Manush: algunas se disfrutan todo el año y otras son de estación.

Además, la cervecería abrirá en marzo su nueva fábrica en Dina Huapi, a 17 km de Bariloche, para que visitantes y locales puedan deleitarse con el proceso de elaboración. Unos meses después, allí mismo (la dirección exacta es Estados Unidos 1064, sobre la colectora de la ruta 40), Manush inaugurará un nuevo gastropub.

Una tercera pinta del hipotético recorrido cervecero espera en el kilómetro 24,7 del Circuito Chico, en la cervecería Patagonia, de la multinacional AB InBev. En el brewhouse con sus enormes ventanales o en el jardín cervecero con vistas privilegiadas al lago Moreno, los visitantes disfrutan de algunos de los 25 estilos de cerveza que crea Diego Felipe Bruno, el maestro cervecero. “Siempre buscamos incorporar ingredientes patagónicos, como las variedades de lúpulo Victoria, Nahuel y Mapuche, que se cosechan en el valle rionegrino de Fernández Oro. También estamos haciendo algunas pruebas con sales marinas de Chubut, por ejemplo”, cuenta Bruno.

Sabores patagónicos Entre las cervezas de Patagonia están la Session IPA con sauco y otras a las que se les agregan flores, cacao, cardamomo o cáscara de naranja durante el proceso de elaboración. También se destacan Weisse, Amber Lager, Bohemian Pilsener, Pale Ale Küne, Porter, IPA y Barley Wine. Una de las mejores maneras de disfrutarlas es con el tour cervecero con maridaje que propone Patagonia. Durante una hora y media, los interesados se sumergen en la historia de los distintos estilos de cervezas, conocen sus materias primas, recorren la sala de cocimiento (“En esta parte del proceso se define el color, el alcohol, el cuerpo y la espuma de una cerveza”, explica Bernardo Elena, el guía) y la sala de fermentación.

La visita guiada culmina con un maridaje de tres pasos, en los que se amalgaman los sabores de distintas cervezas con platos como gravlax de trucha, escabeche de conejo, cordero y helado de lúpulo con frutos rojos. El menú varía según la temporada, pero los comensales siempre descubren cómo es eso de alinear las intensidades en el paladar.

Claro que en Bariloche siempre hay tiempo para una cuarta, quinta o sexta pinta, porque las opciones son variadas y cada una tiene su impronta: cervecerías artesanales como Bachmann, La Cruz, Berlina, Wesley y Konna atesoran historias familiares y excelentes birras. Todas son protagonistas de una verdadera cultura cervecera que no para de crecer.

Miniguía


Cómo llegar. De Buenos Aires a Bariloche son 1.570 kilómetros por Riccheri, Autopista a Cañuelas, ruta 3 hasta Bahía Blanca, ruta 22 hasta Arroyito y ruta 237.

Aerolíneas tiene de 5 a 10 vuelos diarios sin escala de Buenos Aires a Bariloche (2 hs. 20’); ida y vuelta con impuestos, desde $ 2.809.

Bus semicama Vía Bariloche o El Valle desde Retiro (22 hs. a 24 hs. 30’), $ 1.790 ida; coche cama, $ 2.180.
Fuente Clarin.