Booking.com

Tapalqué, un ensayo sobre el sosiego y el placer

A menos de 300 kilómetros de Buenos Aires, lo visitó Darwin (que lo llamó Tapalguen), lo mencionó Borges, y hoy es un atractivo remanso de llanura y arroyo. EN la foto, La costanera del arroyo Tapalqué

Según los mapuches, Tapalqué significa lugar de bañados y totoras. Para los tehuelches, en cambio, refiere a la gente que viene andando. Ambas cosas son ciertas. La toponimia refleja la belleza de este pueblo a 280 km de Buenos Aires, sobre la ruta provincial 51, que ofrece rincones desconocidos para el viajero ávido por alejarse del turismo masivo y de sus personajes.

El poblado delineado con los trazos verdes de la Costanera, cinco kilómetros de bicisendas arboladas que rodean el arroyo homónimo desde el Club de Pesca hasta el Salto de piedras Don Regino, posee un Balneario Municipal con camping, ideales para practicar deportes o matear.
El trazado cuadricular de casas bajas con fachadas antiguas bien conservadas y los vecinos que cotillean eternamente en la puerta reflejan su prolijidad. Tanto como la planta recicladora de residuos que funciona hace 20 años, en su momento de vanguardia.

Un Club Social ofrece "los mejores canelones de verdura que comí en mi vida. Las calles con pocos autos se despistan aún más cuando asoman los gauchos de a caballo que confunden el sendero y pasean orondos por aquí y por allá. Por todo esto, llegar hasta Tapalqué vale el esfuerzo de manejar los casi 300 km y quedarse a dormir, para amanecer con el sonido de los pájaros y el olor de la torta negra.

Y también porque más allá del horizonte de la pampa estrellada, cuando muere el trazado urbano, los caminos de tierra -30 minutos de tosca no apta para días de lluvia- conducen a bellos parajes con plaza, escuela e iglesia que parecen de juguete, como Crotto.

"El museo de Crotto abrió sus puertas en enero de 2019. Sus objetos fueron recopilados por sus 300 habitantes", cuenta Sandra Bisogno, guía del lugar. Las salas cuentan la historia del ferrocarril, del municipio y sus tres fundaciones, de la presencia y las descripciones de Charles Darwin a mediados del siglo XIX. Lo hacen a través de objetos como el primer telegrama, enviado en 1910 por Silvano Crotto a Valeria Villa, su madre. O el primer boleto de tren, cuatro ceros juntos. O la foto de ojos insondables de Telmo, el linyera que vivía de la limosna de los vecinos, bajo el puente de un tren hasta que se murió de viejo. Un tren que no pasa más pero que si los vientos soplan fuerte, se volverá turístico y quién sabe pase de nuevo.

La luz está, sólo hay que ir a buscarla en los ojos de Telmo o en el mujido de una vaca que pasta oronda, como parte del museo de Crotto. Un poco más allá, en una esquina terrosa, hace ya 20 años que Germán Lupori vende vituallas varias, artículos de limpieza y empanadas de una vecina en un almacén de Ramos Generales histórico recuperado.

Y si de almacenes se trata, aquel que se aventure nuevamente por los caminos de tierra saliendo del pueblo en dirección a Campodónico, por la ruta 50, descubrirá una pulpería de 1850, en San Gervasio. Y pasará casi sin darse cuenta por un predio con unas grandes termas en construcción que, cuando estén listas, cambiarán para siempre la fisonomía de este Tapalqué ahora pre-turístico, con 200 camas disponibles y artesanos que hacen hermosos cuchillos o tortitas negras, como Paulina.

Las tortas negras de Vicenta Paulina Fernández, son pequeñas o enormes, en molde de pizza, porque en Tapalqué se llaman tortas y no tortitas, y esta es la forma establecida, bien grandes. Esta factura, vilipendiada por grasa y negra, fue reinvindicada aquí en formato maxi para no quedarse con hambre. Sale blanda y tierna.

Tibias, inundan con su perfume los desayunos del histórico hotel de Tapalqué, reconstruido hace tres años con un concepto de centro de distribucióno hub, con 20 habitaciones. "La idea es repoblar los pueblos a través de este tipo de establecimientos turísticos que usen el 100 por ciento de la producción local, visibilicen los micro emprendimientos y valoren su cultura y oficios, para volverlos experiencias turísticas", explica Leandro Choi, uno de los concesionarios de Hub Tapalqué.

Las tortas negras de Paulina también se venden en su casa quinta. Con su marido Cirilo preparan platos de olla con las verduras de la huerta, la parrilla o los dulces de los árboles frutales para la hora del té. Antes y ahora él se ocupaba de los ladrillos; llegaron juntos de Corrientes hace 6 años, trabajaron duro y aquí encontraron su lugar en el mundo.

Ella sueña con construir su propio restaurant de campo, que ya está en marcha en un galpón lindero. Mientras tanto, las mesas en el jardín son el lugar perfecto donde tomar el té o almorzar gracias a la calidez de la anfitriona.

El futuro llegó hace rato
Por la ruta 50 en las afueras de la villa puede verse el proyecto muy avanzado de Termas. Son nueve piletas en 17 hectáras, seis de las cuales serán destinadas a cabañas. "Como todo el terreno era muy bajo, hubo que emparejar y de ahí nació la laguna, hoy llena de aves para observar", cuenta Natividad Baciocco, alias Lala, secretaria de Turismo de la casi ciudad de 9000 habitantes.

"Es un error considerar que el termalismo, aunque lúdico, no produce un efecto terapéutico. Por lo tanto, los tiempos de permanencia en las piscinas deberían oscilar entre los 15 y los 30 minutos, dependiendo de la temperatura y mineralización del agua, alternándolos con períodos de descanso y recreación", explica la Teresita Van Strate, titular de TVS Asesorías Técnicas y experta en Termalismo y Turismo de Salud y Bienestar.

Nuevamente en el pueblo, el imponente Museo y Conservatorio Municipal Tapalqué será inaugurado en marzo o abril de este año. Allí puede verse la línea de investigación histórica desde el hallazgo de huesos de dinosaurios, pasando por los pueblos originarios que vivieron en la zona del Cantón hasta llegar a la actualidad.

"Tapalqué posee varios parajes interesantes para recorrer, en un radio de 50 km aproximadamente: Yerbas, Velloso, Covello, Campodónico, Crotto, Altona, San Bernardo y la Protegida", concluye Lala.

Finalmente, la pulpería San Gervasio en Campodónico conserva las paredes originales de adobe, las rejas, las estanterías, el cielorraso de ladrillos de 1850, cuando era el lugar de acopio de materiales para toda la zona.

Actualmente, Pedro Toso la atiende los fines de semana, hijo de Pedro y su hermano Edgar, quienes vivieron en el lugar y la abrieron todos los días hasta el 2015. Ofrece picadas con fiambres de la zona y empanadas. Si afuera salió el sol, las mesas se van solas para el jardín bajo los árboles, como si conocieran el camino, de tan viejas que son. Además, hay cancha de bochas y campo para pasear.

Los quesos vienen del Monasterio de los Monjes Trapenses de la ciudad de Azul, el más grande de América del Sur.

A 80 km, los entusiastas seguirán hasta allí para comprar miel, dulces y el manjar del ratón Pérez. Y escuchar los famosos cantos gregorianos, otra historia para contar.

Novena edición de la Fiesta de la Torta Negra
Esta masa no tan dulce coronada de azúcar negra tendrá su festejo con entrada libre y gratuita el domingo 12 de enero a las 15 en el Balneario Municipal de la localidad de Tapalqué, sobre la ruta 51 a 280 km de la Capital Federal.

La factura argentina por excelencia posee su origen en la creatividad de los cocineros para aprovechar la masa sobrante del pan, de ahí que ésta sea salada. En el país son popularmente conocidas como "tortitas negras", esto no sucede en Tapalqué, ya que aquí el tamaño se modificó por la utilización de moldes pizzeros. Este oscila entre los 25 y 30 cm. de diámetro; entonces, tortas negras, sin el diminutivo.

Como en cada edición, se realizan talleres donde las cocineras locales enseñan la receta para cocinar la torta negra y se elabora también una versión gigante que espera superar los 9 metros de largo del año pasado. Se ofrecerán shows y actividades para toda la familia, un paseo de artesanos, gastronomía local y la posibilidad de pescar y visitar la ciudad a bordo de un bus eléctrico en forma gratuita.

Por: (La Nacion) Silvina Beccar Varela